En Santa Rosa de Cabal fue hallado un ejemplar muy especial: Pulsatrix perspicillata, conocido comúnmente como búho de anteojos.

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El descubrimiento fue realizado por el fotógrafo de conservación Alejo Duque, quien tuvo la fortuna de captarlo con su lente en medio del bosque.

Esta enigmática ave, que parece salida de un cuento de fábulas silvestres, destaca por una particularidad que la hace aún más llamativa: una mancha en forma de corazón adorna su rostro, como si llevara el amor tatuado en la cara.

El búho de anteojos es una especie poco común, propia de los bosques húmedos de Centro y Suramérica, y encuentros como este son tan escasos como memorables. Un hallazgo que no solo maravilla por su rareza, sino también por la belleza simbólica que encierra.

Texto tomado desde el Instragram del autor @alejoduque24

Lo vi ahí, pequeño, sereno,
con su abrigo de plumas y su gesto tan bueno.
No hacía ruido, no pedía lugar,
solo estaba, como quien sabe esperar.

Un polluelo de búho, con cara de sabio,
y unos ojos tan grandes que abrazan el aire.
Aún no volaba, pero ya parecía
saber más del bosque que yo en toda mi vida.

Dicen que no canta como los demás,
su voz es profunda, un eco ancestral.
Y aunque ahora parezca apenas un suspiro,
será guardián del monte, sombra y giro.

Lo retraté sin prisa, sin alterar su día,
como quien escribe sin romper la poesía.
Porque hay momentos que no se deben gritar,
solo mirar, sentir… y cuidar.

Es en estos encuentros que confirmo mi razón:
la fotografía no es solo pasión.
Es memoria, es puente, es una declaración:
“Esta vida silvestre también merece canción.”

adesnce