Una de las tantas confesiones del joven ha causado mucha indignación. Dijo que no entendía por qué su maestra a diario lo exhibía y que no se sentía cómodo

En el caso de ‘Juanito’ hubo de todo un poco; discriminación, racismo, matoneo, hasta intento de homicidio. A éste niño de 14 años sus compañeros lo rechazaron por ser indígena y de no hablar bien el español. Pero pasaron de las burlas hasta la crueldad. Lo sentaron en una silla a la que habían rociado con alcohol y luego le prendieron fuego.

El niño pertenece a la comunidad otomí y el pasado mes de junio sufrió la pesadilla de ser diferente ante una sociedad que cada día castiga con más discriminación. El abominable suceso tuvo lugar dentro de una escuela en el estado de Querétaro, México.

Tras un mes del ataque, Juan aún no puede caminar bien. Ya lo sometieron a cuatro cirugías. No quiere saber nada del colegio y sus padres tuvieron que dejar sus trabajos para cuidarlo mientras se recupera de las quemaduras de segundo y tercer grado que sufrió en sus piernas y partes íntimas.

Recientemente, el padre del niño aseguró que lo que le hicieron a su hijo “fue un intento de homicidio”. Juan Zamorano asegura que su familia aún está impactada por el suceso. Contó que su hijo no pudo decir una palabra en días.

Sin embargo, ya ha comenzado a hablar y a contar las atrocidades que vivía en el colegio y por las que las autoridades académicas aún no dan respuestas. “Le cortaron el cabello. Se burlaban a diario de su acento y de su mamá, por el simple hecho de que vende dulces en la calle”, agregó el hombre desconsolado.

Una de las tantas confesiones del joven ha causado mucha indignación. Dijo que no entendía por qué su maestra a diario lo exhibía y que no se sentía cómodo. Al menos, esto ha llevado a pensar que la docente, con este tipo de comportamientos, pudo incitar los abusos.

El día del ataque, los estudiantes, al parecer, le dijeron a la maestra que habían botado leche condensada al suelo y le pidieron alcohol para limpiar. Después de que le prendieron fuego, Juan logró desvestirse. Al llegar, la docente lo mandó al baño a cambiarse de ropa, salió a comprar una cebolla y le pidió que se la untara para aliviar el ardor.

“Nadie lo ayudó”, agregó el padre de Juanito. Mientras, la familia espera a que avance la investigación. En los últimos días la ciudadanía se ha volcado en redes sociales para realizar una campaña y ayudar económicamente a esta familia. Hasta el momento, los dos agresores fueron suspendidos del colegio, pero vinculados a un proceso por lesiones dolosas.

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