Durante su visita a la Sierra Nevada de Santa Marta, el presidente de Colombia Gustavo Petro propuso usar la hoja de coca como una alternativa más limpia al abono convencional usado en la tierra, ayudando consecuentemente a mitigar el uso de la planta como materia prima del narcotráfico.
“Ahora se trata de ver cómo esas comunidades indígenas que hoy viven en muchas partes del territorio nacional, bajo el miedo, bajo la muerte, bajo el asesinato, bajo la masacre, precisamente porque esa hoja de coca es usada de otra manera, podrían retornar a un uso que no provoque la muerte. Esa es la paz. Sustituir una economía por otra”, indicó el mandatario.
Para llevar a cabo el desarrollo de este proyecto, se debe trabajar de la mano con el sector industrial; también es necesaria la cooperación del SENA, el acompañamiento de la Organización Internacional del Trabajo y el esfuerzo de las comunidades.
¿La hoja de coca puede llegar a convertirse en abono para la tierra?
Naturalmente, la hoja de coca no se considera un buen fertilizante o abono, esto debido a su alto contenido de alcaloides, un grupo de compuestos químicos que tienen efectos biológicos y fisiológicos en la naturaleza y el ser humano; en el caso específico del suelo, puede generar un efecto negativo conocido como fitotoxicidad.
Sin embargo, se puede tratar la planta dentro de un proceso industrial, en donde se eliminan los alcaloides y se añaden otros compuestos orgánicos para constituir un producto fertilizante de suelos. El proceso podría implicar costos elevados comparados con otros procesos para crear abono.
¿Qué es la fitotoxicidad?
Algunos alcaloides son fitotóxicos, esto implica que pueden tener un efecto tóxico directo en las plantas. Si se liberan al suelo en cantidades significativas, pueden obstruir el crecimiento y desarrollo de las raíces de las plantas, impactando directamente en la salud y productividad del ecosistema vegetal.
¿Es rentable para Colombia tratar la hoja de coca para producir abono?
Si el único enfoque fuese agroindustrial, estaría muy lejos de ser una práctica rentable o recomendada.
Pero la rentabilidad no se trata únicamente de dinero, por lo que se ponderan los costos con los beneficios ecológicos, sociales, industriales y políticos. Desde este enfoque, es importante destacar que llevar a buen término este proyecto impactaría positivamente sobre las comunidades, generando una renta por sus cultivos y alejándolos del narcotráfico y la ilegalidad.
Teniendo en cuenta todas las perspectivas, sería necesario contar con una planeación estadística para dar una respuesta decisiva a esta gran incógnita.
